La política es quizá la única profesión para la que no se considera necesaria ninguna preparación Robert Louis Stevenson

viernes, 14 de junio de 2013

Por una recuperación total del shock


La conocida técnica del shock aplicada a la psiquiatría en los años 50 puede utilizarse como expresión para una determinada ideología política. Ideología política que igualmente consiste en el aislamiento sensorial para llevarte de la desorientación o crisis provocada por un estado regulado obsoleto en este sentido, al shock, que supone la salida de esa crisis con la liberalización del mercado o la liberación de dudas para entregarte al que diseñe tu vida por ti. Una desregularización que aparentemente es indeseable se acaba aceptando como inevitables gracias a esta medida. Esta es la interpretación hecha por Naomi Klein de Milton Friedman por haber intentado llevar la democracia a los países mediante el capitalismo, esto es, la libertad económica para la posterior libertad política. De hecho, la doctrina económica de Friedman calaría en las juventudes chilenas en los años 70, que impulsaron el golpe de estado de Pinochet, y tras esta implantación se esparciría por la mayor parte de países de América del Sur. Sin embargo al llegar a Europa, concretamente a la Inglaterra de Tatcher, se encontraría con el problema de la fuerte conciencia democrática, que al ver vulnerados sus derechos no consintió el neoliberalismo hasta el periodo de crisis que significó la guerra en las Malvinas. Gorbachov por su parte intentó implantar el capitalismo de forma progresiva pero se le exigió la medida estricta del shock que después aceptaría de muy buen grado Yeltsin. El verdadero reto para EEUU sería ahora exportarlo a los países árabes, y será el gobierno de W. Bush quien se lo proponga y consiga. Declarándole la guerra a Irak crea un clima de shock para después de derrotarle llevar a cabo la reconstrucción del país imitando el Plan Marshall de prestación económica internacional. Pero esta vez ninguna de las compañías económicas cumplió con el objetivo marcado y el ejército por su parte lleva a cabo hasta hoy la represión propia del fascismo militarista. Sobre estas consecuencias, ya el mismo Milton había advertido, declarando públicamente el suicidio que suponía llegar a privatizar el ejército o el jurado. Pues bien, estamos viendo que en una democracia se pueden dar éstos cambios decididos por los gobernantes pero no apoyados por el pueblo. Esto es una tremenda contradicción. Centrándome en el caso español debo decir que si no apostamos por una democracia participativa el gobierno español y su alter ego, como gobierno de la oposición, serán los únicos que puedan tener poder sobre la sociedad, precisamente dando la vuelta a sus programas políticos, sin que ni siquiera se puedan asemejar a los de su oposición, pues éste no es el referente, sino que lo es la Troika. “Repartir el dolor” como forma de gobernar son palabras de Rajoy que defiende la limitación del derecho tutelar del pueblo, pero en cambio da plenas concesiones para evitar la imputación de sus compañeros, entre ellos la ministra de sanidad. Sanidad y educación han sufrido el mayor recorte de la historia en pos de un fututo mejor, porque siempre se aseguran de que inconscientemente creamos que son procesos temporales con eufemismos del tipo: "desaceleración transitoria".
Paula Villar Hernández



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