La política es quizá la única profesión para la que no se considera necesaria ninguna preparación Robert Louis Stevenson

jueves, 13 de junio de 2013

La corporación

En el documental de la Corporación se nos presenta un mensaje que es ya un secreto a voces. Las grandes empresas tienen un lema común, una tarjeta de visita de la que participan la de cada una: te ofrecemos un producto por tu dinero, has de escoger el nuestro porque es el que mejor cumple tus expectativas, además nuestra relación va a ser mucho más humana que con cualquier otro. El hecho es que esto no puede estar más alejado de la realidad. Las empresas han comenzado a ofrecer sus productos a un coste inmensamente superior al que ellos pagaron. Si tenemos en cuenta el camino del producto desde que comienza la idea hasta que es poseído por un particular nos damos cuenta de las prácticas moralmente cuestionables que una empresa realiza en la vida de un producto: la explotación de menores de edad, las condiciones inhumanas, la carencia de ética empresarial y un largo etcétera que conforma la opinión que hoy en día tenemos de ellas. Pero lo que resuena en el texto es la dualidad entre persona física y persona jurídica. Una empresa comienza con una persona que tiene una idea y quiere materializarla y lograr un beneficio por esa idea y su materialización. La empresa, aunque sea propiedad de una persona física se comporta a efectos jurídicos como un ente distinto a la persona física pero que posee ciertas facultades que sólo una persona física debería. Los casos de denuncias por parte de una empresa, las quejas, las decisiones que se toman, las cartas de disculpas, son acciones propias de una persona real, física, y se crea así una identificación entre ellas. Sin embargo aunque las corporaciones posean ciertas características en común con las personas físicas están eximidas de actos tales como el de poseer una moral impecable. Muchas de las empresas que actúan como hemos dicho antes (explotación, condiciones inhumanas) siguen gozando a pesar de ello de un elevado volumen de ventas, aunque también haciendo frente a las quejas de un sector de la población. El problema que se presenta por tanto, es el de los daños colaterales que sufre la población ante los desniveles de poder que acomete la empresa, amparados en un vigencia política que ha quedado trágicamente subsumida a la esfera económica. 

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