En el
documental de la Corporación se nos presenta un mensaje que es ya un secreto a
voces. Las grandes empresas tienen un lema común, una tarjeta de visita de la
que participan la de cada una: te ofrecemos un producto por tu dinero, has de
escoger el nuestro porque es el que mejor cumple tus expectativas, además
nuestra relación va a ser mucho más humana que con cualquier otro. El hecho es
que esto no puede estar más alejado de la realidad. Las empresas han comenzado
a ofrecer sus productos a un coste inmensamente superior al que ellos pagaron.
Si tenemos en cuenta el camino del producto desde que comienza la idea hasta
que es poseído por un particular nos damos cuenta de las prácticas moralmente
cuestionables que una empresa realiza en la vida de un producto: la explotación
de menores de edad, las condiciones inhumanas, la carencia de ética empresarial
y un largo etcétera que conforma la opinión que hoy en día tenemos de ellas.
Pero lo que resuena en el texto es la dualidad entre persona física y persona
jurídica. Una empresa comienza con una persona que tiene una idea y quiere
materializarla y lograr un beneficio por esa idea y su materialización. La
empresa, aunque sea propiedad de una persona física se comporta a efectos
jurídicos como un ente distinto a la persona física pero que posee ciertas
facultades que sólo una persona física debería. Los casos de denuncias por
parte de una empresa, las quejas, las decisiones que se toman, las cartas de
disculpas, son acciones propias de una persona real, física, y se crea así una
identificación entre ellas. Sin embargo aunque las corporaciones posean ciertas
características en común con las personas físicas están eximidas de actos tales
como el de poseer una moral impecable. Muchas de las empresas que actúan como
hemos dicho antes (explotación, condiciones inhumanas) siguen gozando a pesar
de ello de un elevado volumen de ventas, aunque también haciendo frente a las
quejas de un sector de la población. El problema que se presenta por tanto, es el
de los daños colaterales que sufre la población ante los desniveles de poder
que acomete la empresa, amparados en un vigencia política que ha quedado
trágicamente subsumida a la esfera económica.
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