La política es quizá la única profesión para la que no se considera necesaria ninguna preparación Robert Louis Stevenson

viernes, 14 de junio de 2013

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La publicidad determina una esclavitud que ya no es económica, sino intelectual. Las empresas han creado este sector para dar un paso más en la distribución de su producto introduciéndose en las mentes de los ciudadanos. Mediante el bombardeo que han llevado a cabo han conseguido convertirse en manifestaciones que irrumpan en el espacio público, en los medios de comunicación como opositores a la información y la cultura e incluso como ciudad de vacaciones y de residencia como el caso de “Celebration” en Florida, convirtiendo tu vida en un continuo consumo en el que tu propia vida es lo único que no le pertenecen a estas empresas. Aunque esto último no es del todo cierto, ya que las empresas petroquímicas venden tóxicos empleados en la ganadería y agricultura que son contraproducentes para la salud. Y el mayor problema es que esas noticias no se publican en la prensa por la enorme cantidad de dinero que pagan estas empresas de alimentos a las distintas cadenas de radio y sobretodo televisión privada en concepto de publicidad. Si se prescinde de una cadena pública ajena a las empresas estas son las consecuencias. En EEUU se han producido muchos escándalos por este motivo, y esto se explica por la borrosa línea que existe entre el estado y la empresa, que supone que los implicados en tramas de corrupción sean en ocasiones los mismisimos políticos.  Y el problema se agrava cuando pensamos en la imposibilidad de transparencia de esos informes que, consecuentemente presenta la increíble situación de que los votantes no puedan conocer las operaciones de sus elegidos pero sin embargo éstos por “motivos de seguridad” si que puedan espiar las vidas de sus ciudadanos. Se sigue perpetuando desde el atentado de septiembre la creencia de que el país vive amenazado de ataques terroristas, cuando son las empresas que están exterminando valores espirituales y organismos corporales. Naomi Klein enfrenta los conceptos de producción y comercialización que explican la situación de partida y el estado actual de las empresas, para ilustrar la escena en la que vas a comprar y te relacionas en vez de con el productor con la marca. Pero es que el salir a los grandes espacios comerciales no tiene porque implica comprar el producto, pues muchas veces paseas por ellas como de un museo se tratase y luego realizas la compra por internet intentando ahorrarte el porcentaje que equivale al alquiler del local y el sueldo del dependiente. Y efectivamente te lo ahorras, pero en el sistema de subcontratación establecido hay tanta gente implicada que el dependiente es el trabajador que menos porcentaje cobrará por el precio del producto adquirido. Entre la gente implicada se encuentra el especialista que estudia los intereses del mercado, incluyendo el menor de edad. Esto es muy grave porque están condicionando las mentes infantiles en su fase de desarrollo para condenarles a ser clientes sumisos. El número de mentalidades críticas podría extinguirse dando paso a generaciones que no opongan ninguna resistencia a sus líderes los publicistas o especuladores de bolsa. El “proyecto Venus” nos propondría como solución un mundo limpio de intermediarios muy sugerente.
Paula Villar Hernández

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