Amartya Kumar Sen
es un filósofo y economista nacido en la India en el año 1933. En el año 1998
fue galardonado con el Premio Nobel de Economía, lo cual dio proyección
internacional a sus teorías. Su trabajo como economista es peculiar respecto a
muchos de sus compañeros de profesión, en cuanto intenta ir más allá de
interese privados y datos de crecimiento a la hora considerar la economía. Pese
a que su enfoque sigue siendo absolutamente minoritario, ha participado en la
elaboración de algunos indicadores económicos aceptados y políticas de
desarrollo, el índice de desarrollo humano (IDH) del Programa de las Naciones
Unidas para el Desarrollo podría considerarse su mayor hito en este sentido.
En su obra más
reconocida, “Pobreza y hambruna: un
ensayo sobre el derecho y la privación” sostiene que el hecho de que haya
hambre en el mundo no se debe a una ausencia de alimentos sino a una mala
distribución. Hoy en día es una tesis bastante obvia, dado los grandes
conglomerados empresariales que dominan el mercado alimenticio mundial, pero
puesta en contexto en el 1981 de su publicación si que resulta más rompedora. El
concepto más importante, por desarrollo y aplicaciones posteriores, de Sen es
el de capacidad. Lo importante es ver no los derechos sino las posibilidades
que hay de cumplirlos. Sen busca, en vez de una libertad negativa, de no
interferencia, una positiva, de apoyo directo y potenciamiento de estas
capacidades. Una filósofa
norteamericana, Martha Craven Nussbaum, en su obra “Crear capacidades” nos cuenta la historia de Vasanti, una joven
hindú. Podríamos poner un ejemplo similar en España con el derecho a la
vivienda. Reconocido por la constitución, la libertad que encontramos aquí es
como mucho negativa, uno puede comprar una casa siempre que disponga de los
recursos. Ahora, en un clima de precios elevados y salarios cada vez más bajos,
¿Dónde queda la libertad positiva, la capacidad de pasar este derecho a
realidad? Este ejemplo nos sirve además para poner de manifiesto un problema
que surge al interno de este concepto de capacidad. ¿Cómo consideraríamos en
este ejemplo las hipotecas? Evidentemente como potenciadores de esta capacidad,
como actualizadores (en sentido aristotélico) de este derecho a la vivienda que
poseemos en potencia. El problema surge cuando estas hipotecas tienen términos
abusivos o directamente ilegales. Podríamos entonces decir que dentro del
concepto de capacidad surge la posibilidad de la manipulación, lo cual está muy
lejos de invalidarlo, sino simplemente llama la atención sobre el hecho de considerar
con atención sus aspectos potencialmente problemáticos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario